LA TEORÍA MARXISTA
LA TEORÍA MARXISTA - LA LUCHA DE CLASES Y LA DICTADURA DEL PROLETARIADO
Entenderemos
por “marxismo a la teoría científica que expresa los intereses
históricos revolucionarios del proletariado como clase social. Su
producción va a estar condicionada por la existencia de esta clase
cuyos intereses históricos van a pasar por la supresión de toda
forma de explotación. Será el punto de vista proletario, aún no
fundado científicamente, de Carlos Marx y Federico Engels el que les
permitirá producir esta teoría apoyándose, pero a la vez rompiendo
con ellos, en los logros de la economía política clásica, la
filosofía alemana y el socialismo francés.
Si el
liberalismo había removido las bases del mundo medieval que agonizó
durante la «Edad Moderna», el nacimiento del marxismo va a sacudir
hasta sus más profundas raíces el pensamiento del siglo XIX. Como
dicen Marx y Engels en sus primeras palabras del Manifiesto
Comunista: «Un fantasma recorre
Europa, el fantasma del comunismo». Nada mejor que esa
frase para comprender lo que significó el marxismo en su época.
El
liberalismo había cuestionado la legitimidad del poder basado en la
voluntad de Dios, había proclamado la libertad de conciencia y había
reconocido la libertad económica como «natural». Todo eso había
escandalizado a los conservadores que seguían soñando con un mundo
teocéntrico, estático y cerrado. Pero el mensaje marxista, para la
Europa de su tiempo, es mucho más conmocionante aún, porque venía
a decir que Dios era un invento de las clases dominantes para
adormecer a los pobres, que era inevitable la inminente supresión de
toda forma de propiedad privada y anunciaba el arribo de un paraíso
terrenal, sin dios, sin familia ni propiedad, donde todo, incluso las
mujeres y los hijos sería propiedad de todos, hasta llegar a
suprimir al mismo Estado. Para colmo, estas ideas no eran fruto de
una mente afiebrada sino el enjundioso trabajo de un economista
serio, estudioso y extremadamente detallista en sus razonamientos.
En general,
la mayoría de las personas creen que el marxismo consiste en
suprimir la propiedad privada y entregar el manejo de la economía al
Estado. Esta es una simplificación extrema del pensamiento de Marx,
que es sumamente elaborado y complejo. Lo primero que sorprende al
que acomete la ardua tarea de leer las obras de Marx, en especial los
tres voluminosos tomos de «El Capital » es que Marx casi no habla
ni de socialismo, ni de comunismo, sino que se refiere exclusivamente
a la crítica del sistema capitalista.
Gracias a la
tecnología hoy podernos hacer con facilidad un recuento de palabras
en esta abrumadora obra, y podemos comprobar que en «El Capital»
que a lo largo de sus miles de páginas se menciona 6468 veces la
palabra «Producción», 7979 veces «trabajo», 2238 «plusvalía»,
06792 veces «valor», mientras que sólo se menciona 3 veces la
palabra «socialismo» y 4 veces «comunismo». Como si esto fuera
poco, cuando buscamos la palabra «socialismo» vemos que las tres
veces que la menciona lo hace ‘para criticar al socialismo de
Proudhon; y cuando rastreamos el vocablo «comunismo» encontramos
que tres veces se usa para hablar del «comunismo de las tribus
primitivas» y la otra mención es en carácter peyorativo: En el
Capítulo 37 del torno 30 dice «Sé que si establezco esta
comparación me acusarán de comunismo. Y para nuestra sorpreaa, no
hay otra mención al comunismo, ni al socialismo en su obra magna
Este recuento estadístico se hace con una finalidad específica, que
intentemos mirar la doctrina de Marx desprendiéndonos de los
prejuicios y simplificaciones que suelen hacerse.
El marxismo
como teoría científica no es producto del trabajo en el
laboratorio, y así como su surgimiento va a estar condicionado por
las luchas de clases, su rol de ideología del proletariado
revolucionario define su sentido último: su reinscripción en la
lucha revolucionaria como ‘guía de la acción”. Su realización
histórica se encuentra en la práctica social del proletariado,
transformándose así en fuerza material de cambio por lo que es
imposible referirse al marxismo como teoría científica sin hacerlo
al mismo tiempo con su expresión en la práctica política
revolucionaría.
Estos dos
niveles, diferentes pero internamente ligados, teoría y práctica
revolucionaria serán los dos ejes centrales de nuestra esquemática
exposición.
El
marxismo como teoría. Las
diversas concepciones con que se interpretaban hasta Marx y Engels
los fenómenos históricos suponían, de una u otra forma, el
idealismo filosófico. Todo proceso concreto era entendido como un
momento de la realización de un principio ideal, ya sea directamente
religioso (voluntad divina) o metafísico filosófico (la realización
de la Idea Absoluta, del destino de Libertad, de Nacionalidad, etc.).
Así, se fundamentaban las diversas “filosofías de la historia”
que, para los fundadores del marxismo, no serían en definitiva más
que ideologías de las diversas clases dominantes. El orden
existente, basado en la explotación de clase, encontraba en los
principios ideales que supuestamente movían los hechos de la
historia humana una garantía absoluta que los legitimaba y
justificaba.
La revolución
teórica que opera Marx desde la perspectiva del proletariado supone
un cambio radical de los términos en que se planteaba el problema e
inaugura un nuevo espacio teórico, no regulado por la elaboración
de principios ideales imaginarios, sino por el conocimiento de las
leyes objetivas del campo social especifico en estudio: el
Materialismo Histórico. Ciencia que sacará el problema del terreno
de las “filosofías de la historia” y que obrará condicionando
la elaboración de las bases de una nueva filosofía: el Materialismo
Dialéctico.
La
historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia
de las luchas de clases.
Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases en pugna.
Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases en pugna.
En
las anteriores épocas históricas encontramos casi portadas partes
una completa diferenciación de la sociedad en diversos estamentos,
una múltiple escala gradual de condiciones sociales. En la antigua
Roma hallamos patricios, caballeros, plebeyos y esclavos; en la Edad
Media, señores feudales, vasallos, maestros, oficiales y siervos, y
además, en casi todas estas clases encontramos, a su vez,
gradaciones especiales.
La
moderna sociedad burguesa, que ha salido de entre las ruinas de la
sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clase.
Únicamente ha sustituido las viejas clases, las viejas condiciones
de opresión, las viejas formas de lucha por otras nuevas.
Nuestra
época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por
haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va
dividiéndose, cada vez más en dos grandes bandos hostiles, en dos
grandes clases que se enfrentan directamente: la burguesía y el
proletariado.
MARX,
K., y ENGELS, F.: El Manifiesto del Partido Comunista.
1848.
1848.
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